viernes, 22 de agosto de 2008

El leedor y su laberinto


Parece ser que a estas alturas el “leedor” Costas se siente la reencarnación de algunos dictadorzuelos de mediados del siglos XIX e inicios del siglo XX, el Porfiriato de México, tiene a un gran amigo en Santa Cruz, los cristeros ahora transformados en la Unión Juvenil, bendecidos por su Cardenal ciego, responden no mas a la práctica de los siglos pasados.
La modernidad cruceña está reñida con su “gobernador”, el típico autócrata que se cree la verdad y el iluminado, seguramente ve su futuro en Paris y mejor si sus huesos terminan en algún panteón de esta bella ciudad donde descansan los famosos y despreciados de este continente. Cuando uno ve el accionar de este Leedor vienen a mi mente, algunos títulos de la literatura latinoamericana: Yo el Supremo”, de Augusto Roa Bastos; “El recurso del Método”, de Alejo Carpentier; “El señor Presidente”, de Miguel Angel Asturias; “Oficio de difuntos”, de Arturo Uslar Pietri; “El dictador suicida”, de Augusto Céspedes”; “La fiesta del Chivo”, de Mario Vargas Llosa, “La tempestad y la sombra”, de Néstor Taboada Terán y en “El otoño del Patriarca”, de Gabriel García Márquez. Ojala que el Leedor alguna vez conozca estos libros para poder entender su accionar, ya que este “leedor” se encuentra a la cabeza de la rebelión de los de siempre, de los mamones del centralismo ahora trasladados a mamar en las regiones – y si quieren el IDH – ya sabemos para qué, los de siempre nos enseñaron sus prácticas y lastimosamente para ellos solamente fueron subcampeones de la corrupción.
Con todo, a los latinoamericanos y bolivianos sólo nos queda reconocer que, como bien dice García Márquez, la realidad es mejor escritor que nosotros. “Nuestro destino, y tal vez nuestra gloria, es tratar de imitarla lo mejor que nos sea posible”.
En efecto, la realidad es la realidad, que a menudo supera a la ficción, y la vida de un dictador, además de ser un golpe a la lógica y la razón, como en el caso de Pinochet, Videla, Stroessner – Costas-, es la demostración de lo que le ocurre al hombre cuando sus relaciones no pueden desarrollarse de manera natural; cuando, para sustituir a la unidad familiar o a la fe religiosa, sólo es posible la adhesión al poder, encarnado en un personaje que se mueve entre la luz y las tinieblas, entre el sueño y la pesadilla, entre la realidad y la fantasía[1].
Parece ser que los resultados del referéndum revolcatorio los tienen a mal venir, los fracasados de la política culpan al fraude, los carnets, los venezolanos, marcianos y no se que más, quienes son los que dicen, los medios [tan creíbles como los cuenta cuentos], los analistas (los nuevos desocupados) defensores de un sistema en debacle y estos políticos fracasados que no pudieron hacer historia y solamente estarán en la cloaca de la historia. (algunos de ellos caminaron por toda la gama de la política de la izquierda a la derecha).

Ahora tenemos la gran arremetida de esta derecha desubicada y seguramente aplaudida por las cabezas rapadas; no me extrañaría que tengan apoyo logístico y asesoramiento de estos grupúsculos que existen en nuestro continente y otros, defendidos por los medios cruceños,… que pena sigan hundiéndose en el excremento de la historia todos aquellos seudo periodistas, sabrán lo que hacen o solo serán los repetidores de las ideas de sus jefes?.

Ahora tenemos acciones de masas, primero el remedo de huelgas de hambre. Para los que realizamos éstas de manera conciente sabemos cómo avanza y como afecta las energías y la posibilidad de discursear a una semana o más, pero tenemos prefectos que avergonzarían a Sands[2] por la resistencia.

Por fin Nayar tiene militantes fieles que le hacen caso a sus ocurrencias fascistoides, las vacas no le discuten y acatan el paro sin necesidad de golpes ni de bandas juveniles, solo unos cuantos vaqueros, ahora siente que tiene el poder en sus manos.

Ah, pero para los de siempre, estas actitudes son apañadas y de vez en cuando usando sus medios que parecen un remedo de Joseph Geobles tratando de mentir a la población como si fuera un recipiente vacío de sus mensajes y símbolos.

Estamos ante la desesperación de los grupúsculos fascistas incrustados en los comités cívicos y en algunas prefecturas.

Solamente es necesario, tener paciencia y aguantar las provocaciones de sus grupos de choque, tenemos la absoluta convicción que la verdad y la democracia participativa vencerá.
[1] El dictador en la literatura latinoamericana, Víctor Montoya

[2] Militante del IRA que murió en una huelga de hambre dura contra el gobierno de la Thacher.

jueves, 7 de agosto de 2008

A nombre del Sí a nuestras tierras y territorios


Queremos ratificar a Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera y así revocar la vieja Constitución Política del Estado. Lo hacemos por horizontes de cambio y por lo mucho que se hizo (especialmente por lo que resta) para que mínimamente se vislumbren ejes sostenibles de revolución; más allá de nacionalizaciones y bonos estatales, Bolivia tendrá que agendar políticas estatales de gestión que articulen programas revolucionarios emergentes, no exclusivamente desde el mundo público-institucional sino fundamentalmente desde la arena colectiva y comunitaria, que orgánicamente ha ejercido pautas democráticas para proponer una nueva Constitución Política del Estado e interpelar y trastornar aquel mundo público-institucional en crisis y descomposición general. Mucha gente, quizás no lo sabemos pero si lo sentimos, intuimos que la fuente programática de cambios recién se inicia, realmente, con la emergencia cada vez más práctica e histórica de una nueva Constitución Política del Estado y una nueva realidad democrática.
Así va la marcha de nuestro proceso constituyente. Una nueva constitución ya viene dando sus primeros pasos, en conflicto con el orden constituido que, como vemos también pugna y se defiende, encarnando intereses concretos en el lugar específico de la crisis, su espacialidad de fuerzas: un recinto de asamblea antes y el sitio primero luego, arena y cuerpo de múltiples realidades sobre tierras y territorios –por sus recursos y valores-.
Lo cierto es que existen procesos que anuncian un fuerte movimiento de parto, confuso e impredecible, s mientras más nos neguemos a aceptarlo más sufrimiento traerá sea su éxito como su fracaso naciente; por lo menos, desde instrumentos constitucionales comunes del pasado -puestos en duda por la razón pública misma (por sus expresiones políticas y jurídicas de hoy)- nadie sería capaz de calcular nada sino que en medio de realidades intuitivas y posibles, poder anunciar solamente un gran alumbramiento.
Ejerciendo referéndum por autonomías y luego revocatorio, durante el 2008, venimos dando una luz verde grande para disponer en el centro de nuestras acciones y decisiones, sentidos nuevos de legalidad y legitimidad en nuestra institucionalidad democrática. Esa conciencia conflictiva pero compartida para convenir en una nueva CPE tiene en estos momentos más valor que cualquier ejercicio regionalista por sí sólo, legalista o fácilmente moralista, figuras violentas, obsoletas y deficitarias respecto a viejas manías y costumbres ciudadanas.
Pero la fuerza que más atrae a nuestra decisión es el espacio conductor manifiesto, entrelazo de nombre y consigna refiere desde siglos anteriores y que a partir del año 2000 se encarna en un despertar de valores -voluntades y recursos-, dimensionando un instrumental público (político) fuerte y gravitante: i) múltiple conciencia de recursos –tierra, agua, gas, vida, etcétera-; ii) derechos extensivos al cuerpo -sexual y reproductivo- y, iii) crisis de soberanía, interpelación a soberanías unívocas, de un Estado (conciencia única) patriarcal –ajeno-, céntrico y falaz; todo esto expresa nuestra lucha por tierra y territorio. Es mejor comprenderlo así, precisamente como valor indígena, originario, campesino pues habita ancestralmente toda posición de soberanía hoy, autodeterminación integral (autonomías indígenas) más allá de cualquier autonomía unívoca, de su ficción legal y legítima; no solamente hacia nuestras interioridades de país sino transversal, con nuestro cuerpo continental común y hacia nuestro planeta, pues un lazo posible de relación con cualquier pueblo antiguo, lo constituyen indígenas de nuestra tierra. En Bolivia asumimos una misión sin modelos sino aportando con lo suyo, textos diferenciados, segmentados y propios; socialismo plural para nuevas generaciones del planeta.
Esa es nuestra productividad indígena, herencia de humanidad concreta y de nuestra no-humanidad también, más allá de lo humano céntrico; propuesta de no-retorno territorial prometeico, más real y viviente que la metáfora falaz de un ser salvaje y puro, porque aquello que habita un nombre –étnico preciso y originario- es, inversamente, energía entrelazada, segmentada y mezclada que alimenta, más allá del propio nombre, e irónicamente así, más allá de una sola y exclusiva tierra y territorio en cuestión o en conflicto. Bolivia, aquí y ahora, cada día más en un mandato que nos atrapa y atraviesa, una órbita distinta pero complementaria emerge desde nuestro territorio y cuerpo en crisis y transformación.
Nuestra humanidad concreta no es tal si no convive con su misión en la tierra, arriba y abajo, visible e invisible: estas crisis en nuestras relaciones sociales son como antípodas de plagas y cataclismos, alimentan hoy una imagen en curso de nuestro medio ambiente, de su posible transcurso de debacle como planeta, en muchos casos y lugares, adverso ya a la vida. Entonces, ésa imagen crematística general que aquí adviene con la imagen de capital general (su muerte metafórica) descifra y comunica con nuestra propia descomposición constitucional, textos y ensayos del caos revocatorio que anuncian hoy mundos alternativos y señales de nueva era, en otro tiempo.
De allí, nuestra actitud de decisión resulta, como casi nunca en nuestra historia democrática, como voto integral y energético: horizontal-político y vertical-ético, mandato a ratificar nuestras voluntades para descomponer y reconstruir nuestras tierras y territorios, compromiso con nuestro cuerpo, contra formas de opresión y auto-opresión, con nuestra conciencia plural emergente y con nuestra voluntad abierta de vida plenamente terrena –territorial-.