Dentro de la transición boliviana empieza la división de las fuerzas políticas y sociales que la apoyaban desde sus orígenes, la que se extiende al pueblo, a pesar de que se admite, en el mundo y también entre nosotros, que ninguna revolución ni las reformas avanzadas han triunfado sin unidad amplia y profunda del pueblo y de todos los que efectivamente respaldan los cambios. Asimismo, ha sucedido (y en Bolivia otro tanto) que contingentes crecidos de hombres y mujeres y/o personalidades se incorporan al bloque gobernante después de la victoria: unos luego de una autocrítica o por el camino derecho y otros por mero oportunismo, tras de ventajas personales.
Martha Harnecker, a la que esperamos le escuchen especialmente los gobernantes y antes que todos Evo Morales, ha dicho en su estancia reciente en La Paz que la transición boliviana es pacífica y que por eso se necesita ampliar las fuerzas motrices del actual proceso y conseguir más aliadas de éste. Añadió que los protagonistas de un frente social y político como ése tienen una cultura y/o una formación política de la vieja sociedad capitalista atrasada y dependiente, por lo que esos actores tienen las virtudes y las taras de esa formación social abigarrada (especialmente compleja) como la define René Zavaleta.
La apreciación de la estudiosa de los procesos que protagonizan nuestros pueblos (Venezuela, Bolivia, Ecuador) y que es sometida a la prueba de la vida, creemos que nos ayuda a entender que los aliados hasta hace poco tiempo, como el MAS y el MSM, no tienen derecho a imponer la división de sus militantes y por tanto la desunión del pueblo, lo que se manifiesta, especialmente, en ciudades como La Paz.
Los partidos de raigambre popular verdadera y, en particular sus dirigentes, no tienen que perder de vista que dentro de un proceso de cambios como el de Bolivia es más fuerte lo que nos une y que esa fortaleza se debe estimular y reforzar en el pueblo, entre otros ingredientes, con la educación política cotidiana, la que se debe sumar a la que el pueblo adquiere en las batallas de clases sociales, de pueblos indígenas y de regiones, libradas en pos de intereses legítimos.
Son los intereses materiales los que inicialmente unen a los postergados de siglos y a sus organizaciones políticas y sociales. Las ideas unitarias, casi siempre, se asimilan después o en medio de la lucha, la que es incesante y jamás es sólo electoral. La unidad política, sobre todo, cristaliza en medio de una lucha de ideas, la que es una sensible ausente entre los bolivianos.
Cuando el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia proclama que el MAS tiene suficiente fuerza y que por tanto no necesita aliados —fallutos dice él—, incurre en un error que tiene que preocuparnos hondamente por lo que, creemos, con inteligencia debe ser rectificado a la brevedad. Seguro que los cambios nada necesitan de aliados corruptos. Pero qué tribunal o quién dechado sólo de virtudes determina la honestidad de unos y la deshonestidad de otros. Se evidencia más el error presidencial porque hace poco sugirió “clonar” al líder de los sin miedo y hasta le pidió que enseñe cómo se combate la corrupción en la Alcaldía paceña. La pregunta es: ¿Los aciertos del Alcalde de La Paz han desparecido por acción de alguna magia?
La separación de los políticos, especialmente los del campo popular, debe materializarse luego de una evaluación, al menos así tendría que ser ese desenlace. Incluso si aquella desunión es abrupta y sin explicaciones previas, otra pregunta es: ¿A quién sirven los insultos que se prodigan entre ellos? El divorcio político tiene que ser para aprender de la vida y, en el caso que analizamos, para buscar y conseguir el reencuentro sin demora entre los amigos de los cambios.
Algunos creerían inevitable el fin de una alianza si los gobernantes no aceptaran otros aliados que hasta hace días, semanas o meses pertenecieron al bloque enemigo del que gobierna el país. ¿Esos “socios” políticos del gobierno, procedentes de la derecha, son los que pretenden dividir al MAS, desde dentro, como denunció el Vicepresidente del país?
Es posible y hasta deseable que del otro frente se incorpore gente al que ahora gobierna si antes, imprescindiblemente, vivieron una autocrítica real que va más allá de las palabras.
Una lista, seguro incompleta de los aliados que prefiere o tolera Evo Morales, les ofrecemos a riesgo de caer en omisiones, por ello se trata de un inventario inconcluso:
Edmundo Novillo, actual candidato del MAS a Gobernador por Cochabamba, antes fue presidente de la Cámara de Diputados por el partido gobernante; empero, mucho antes fue también concejal municipal del MNR. Todo indica que ahora es militante de primera línea del MAS y hasta se confirma como cierto lo dicho, según el comportamiento de aquel candidato.
Candidatos propuestos por los movimientos sociales en Tarija, Camargo, Quillacollo, Achacachi, entre otros lugares, fueron sustituidos por militantes de la derecha, según los vecinos de aquellas localidades los que sí conocen a los lugares, como no los conocen los gobernantes, de lo que hay testimonios confirmatorios. Rechazamos que se gane militancia y dirigentes para el MAS a cambio de candidaturas porque ésa es una práctica prebendal.
Roberto Fernández, candidato del MAS a la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra, nada tiene de masista, lo que es cierto, por eso sus amigos, según medios de difusión, le han dicho a ese candidato que si le va mal será por culpa de su alianza con el partido de gobierno.
Edwin Castellanos, candidato a Alcalde de Cochabamba, tampoco es masista, aunque podrá alegrar que lo sea muy pronto, así él le cantará convencido a las reformas avanzadas que vivimos y/o protagonizamos, y que postulamos que se consoliden y avancen, con pasos de gigantes, hacia el “horizonte socialista” que se anunció al inicio del actual período gubernamental.
José Villavicencio, ex presidente del Senado por Unidad Nacional, torturador de campesinos pandinos como prolongación de la masacre de Porvenir (11-IX-08), ha dicho que apoya a los candidatos del MAS en Pando. La sospecha nuestra es: así paga el servicio de haber conseguido su impunidad porque de acuerdo a las normas penales no podrá ser enjuiciado después del proceso a 27 imputados, entre ellos a Leopoldo Fernández, precisamente por esa matanza.
Del pacto celebrado entre el entonces candidato a senador Isaac Ávalos y miembros de la Unión Juvenil Cruceñista, que apalearon a campesinos e indígenas en Santa Cruz, jamás nos olvidaremos. Esa llaga sigue abierta y que nadie saque pecho por ese error garrafal que inició una práctica que rechaza a los que pueden y deben ser aliados, y consiente a los que tienen todo el perfil para seguir en el bando enemigo de los cambios o, que si de preferencias se trata, que ellos se desactiven o neutralicen, aunque creemos que “camba viejo no aprende a rezar”.
Juan Ramón Quintana, desde fuera del gobierno asesora a la candidata del MAS a Gobernadora del Beni, como antes cumplió similares labores en Pando, con los resultados adversos que se conocen. Fue adenista el ex ministro de la Presidencia y al parecer un aplicado estudiante en escuelas de formación ideológica, política y militar de los yanquis en varias ocasiones y lugares. ¿Cuándo los yanquis han formado actores y líderes de revoluciones democráticas, populares y socialistas?
Entre la gente medianamente informada habrá alguien que olvidó que el actual Viceministro de Seguridad Interior ejecutó los mandados de un prominente adenista que fue ministro de Defensa de Banzer. Aquél parece preservar sus actitudes autoritarias, así como su discurso casi siempre sin contenido.
Se han ido o han facilitado la salida de Román Loayza, Lino Villca, Félix Patzi, pero que nadie crea que se acabaron esos ejemplares en el MAS.
José Antonio Aruquipa en tiempo récord pasó de vocero de Podemos a propagandista de la candidata masista al municipio paceño. Especialmente los periodistas sentimos náuseas por eso.
Claro que nos felicitamos por aliados del MAS y de Evo, como Jerjes Justiniano porque une y como Jessica Jordan porque propaga ideas, lo que muestra que ella no es sólo belleza, cuya cualidad a nadie disgusta.
Ante los errores anotados cabe la crítica pública que aconseja Harnecker, a riesgo de que se responda con: el que no está con el MAS, está en su contra. Somos cada vez más los que criticamos los errores del gobierno y los que sugerimos correctivos. Y a pesar de que la indiferencia es la respuesta, seguimos apoyando al proceso y al gobierno, sólo que con todas las críticas que merezca el comportamiento de sus integrantes (incluido el Presidente).
Con esa posible crítica pública tenemos que buscar la rectificación de errores que tienen largo alcance, es decir, proyección estratégica.
Tampoco pretendemos diferenciación alguna con los que dirigen y menos con los que impulsan la transición boliviana. Tiempo tiene que haber para la rectificación de errores y en política no existe aquello de dar por cancelada una alianza de por vida. En vez de rechazar aliados es urgente salir al encuentro de ellos. Los únicos que no tienen espacio en el movimiento social y político de la transición boliviana son los enemigos (incluidos los encubiertos, a los que se debe poner a la vista del pueblo).
Tenemos que reunificarnos antes de que los enemigos de los cambios traten de organizar la contraofensiva, con apoyo yanqui; cambios a los que aquéllos se opondrán mientras tengan algo que perder en Bolivia. Ese día el soberano se impondrá otra vez si es necesario, pero los dirigentes deben tener la generosidad suficiente para aportar de veras a la construcción de la unidad, para que sigamos de victoria en victoria.
La Paz 3 de abril de 2010.
Remberto Cárdenas Morales*
*Periodista
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